domingo, 17 de junio de 2012

Fallece José Atencia, ilustre, médico y cofrade

Dejó su sello en las peñas, el flamenco y la iglesia de la Victoria, que se convirtió en basílica durante su presidencia de la hermandad. También fundó la cofradía Estudiantes

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El doctor Atencia junto a un retablo, en su domicilio.
El doctor Atencia junto a un retablo, en su domicilio.  J.M.
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L.M. «Se ha muerto alguien grande. Alguien muy grande». La llamada recibida desde el corazón del mundo cofrade alertaba ayer poco después del mediodía del fallecimiento, a los 85 años, de José Atencia García, una de las referencias de la última historia de la Semana Santa, y, al mismo tiempo, de la ciudad y de la medicina. El doctor Atencia, Pepe, como se le conocía, fue precursor en 1957 de la introducción en la provincia de las transfusiones de sangre, además de un distinguido defensor de las tradiciones locales, a las que ayudó a modernizar desde diferentes cargos, incluido el de cronista.
José murió ayer en la clínica El Ángel, donde permanecía ingresado desde hace quince días; apenas unas semanas antes se había excusado por primera vez por no poder asistir a uno de los múltiples homenajes que se le dispensaban por su contribución a las costumbres de Málaga, el de la asociación local de escritores. En la última Semana Santa, su voz volvió a escucharse al paso de las procesiones, en la televisión, con esos comentarios preñados de erudición y de entusiasmo que los hacían tan reconocibles.
Al margen de su carrera científica, que marcó una etapa de la medicina en la provincia, Atencia concatenó cargos que dan buena cuenta de su vigor y compromiso; cofundador de Estudiantes, presidente de la Agrupación de Cofradías–entre 1970 y 1976–, responsable de la Hermandad de Santa María de la Victoria, consejero del diario El Sol e, incluso, candidato a la alcaldía de Málaga, en 1979, con una lista independiente en la que también formaban parte Miguel Ángel Piédrola y Antonio Cordero.
El alcalde, Francisco de la Torre, que hace siete años le condecoró con la Medalla de la Ciudad y el título de Hijo Predilecto, hablaba ya ayer a este periódico de «un gran vacío» y de un hombre cuyo recuerdo «pemanecerá muchos años». Flamencólogo, inagotable, erudito, Atencia también recibió la más alta insignia que concede el Vaticano, la Cruz Pro-Ecclesia et Pontífice, que le fue entregada en una ceremonia celebrada en la Catedral, en 2008, fecha en la que abandonó la presidencia de la hermandad de la Victoria, que lideró durante 23 años.
En este ámbito, el de las cofradías, se le recuerda como una figura capital, que dio forma al modo de ser actual de las hermandades. En su gestión al frente de la agrupación, consiguió integrar a las mujeres y a los jóvenes y abrir diligentemente nuevos cauces para la transformación de la Semana Santa. En la Hermandad de Santa María de la Victoria fue artífice del engalanamiento del templo que supuso la concesión del título de Basílica Menor y de la restauración de la imagen. Francisco Toledo, responsable, desde 2008, de la cofradía, le evocaba ayer con sentimiento: «Siempre ponía su corazón al servicio de lo que hacía. Con él nunca dejabas de aprender».
La actividad cultural de José Atencia, que se prodigaba a las peñas y la música, no puede, sin embargo, dejar en el ostracismo su pasión por la medicina, reconocida con admiración por el presidente del Colegio de Médicos de Málaga, Juan José Sánchez Luque. Al igual que el resto de sus amistades, el responsable del órgano colegial, no sólo pone de relieve su conocimiento y su facundia, sino también su apuesta por la vida. «Tenía un sentido del humor excepcional, siempre a punto», puntualiza.
La versatilidad de Atencia, junto a la dimensión humana y social de su figura, hizo que las condolencias se extendieran ayer por muchos zonas de Málaga. En las cofradías, la consternación señalaba asimismo a Rafael Recio, Pipo, el último presidente de la agrupación. «Fue un cofrade ejemplar, enorme. Y, además, en una etapa difícil. Es una gran pena», enfatiza.
Uno de los candidatos a sustituirle, el abogado Pablo Atencia, permanecía ayer muy afectado por la muerte del médico, al que no sólo le unían lazos culturales, sino también sanguíneos. «No sólo era mi tío, sino un segundo padre para mí. Un referente en todos los aspectos. Le echaremos mucho de menos», confiesa.
El doctor Atencia deja viuda y dos hijos, José y Carmen, además de otros allegados con los que integraba una de las familias más conocidas de la ciudad; el médico era hermano de la poetisa María Victoria y tío del político Manuel Atencia.
En la huella dejada por José hay sitio para las alusiones personales; a muchos de sus conocidos, como Francisco Toledo, le gusta recordarle con los dedos moviéndose con diligencia por el piano que gustaba tocar a la caída de la tarde; otros señalan a su capacidad para el testimonio y la anécdota. Con Atencia se va un estilo propio de ejercer y contar la Semana Santa, pero también un hematólogo que tuvo la suficiente sensibilidad como para apostar por los bancos de sangre cuando no existían. «Me licencié en Cádiz y sabía que en Málaga no había», comentó una vez en este periódico. Sabio, elegante y humilde, justo lo que dicen sus amigos. Descanse en paz.

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