jueves, 29 de marzo de 2012

Nuestro sacerdote trinitario en tierras de América nos envía este articulo

¡Jesús, no te bajes de la cruz!



La vida consagrada, a pesar de sus crisis y escasez de vocaciones, no ha muerto. Precisamente en este año cumple 525 años de su llegada e instalación en la diócesis, que tuvo lugar en 1487 con la conquista de Málaga. Goza de buena salud y se dispone a celebrar la Semana Santa al lado del Cristo muerto y resucitado.
Ángel García Rodríguez - 


27/03/2012. 

Como afirman las hermanas pasionistas: “En estos días queremos hacer memoria de la Pasión de Cristo en la pasión del mundo, siendo signos de Resurrección y anuncio de esperanza, optando por la mujer marginada, la juventud y los niños”.

Los religiosos y religiosas inician esta Semana Santa colocándose al lado del Cristo fracasado humanamente pero triunfante y resucitado por el Padre. Los consagrados y consagradas de la diócesis, desde el silencio de los monasterios de clausura, o desde el bullicio de las ciudades y pueblos, recuerdan y viven la verdadera Semana Santa de Jesús. Para ellos, Dios no es un ser poderoso y triunfante, tranquilo y feliz, ajeno al sufrimiento humano sino un Dios callado, impotente y humillado, que sufre con nosotros el dolor, la oscuridad y hasta la misma muerte. Por eso, al contemplar al Crucificado en estos días, los hombres y mujeres consagrados le gritamos: “¡Jesús no te bajes de la cruz! No nos dejes solos con nuestras crisis y aflicciones. ¿De qué nos serviría un Dios que no conociera nuestros sufrimientos y luchas por el Reino? ¿Quién nos podría entender? No te bajes de la cruz, pues si no te sentimos “crucificados” junto a nosotros, nos veremos más “perdidos”.
Consagrados a la Pasión
La vida religiosa entra en la semana grande de los cristianos presentándose como la multifacética expresión del seguimiento de Cristo. Ésta es una riqueza en la Iglesia, por la cual se sostiene la vida espiritual, se consagra el mundo a Dios y todos los ámbitos humanos son iluminados por el Evangelio: la educación, la promoción humana, la cultura, la comunicación… En estos días de dolor, sufrimiento, pasión y muerte de Jesús, los religiosos muestran al mundo su “pasión por Dios y su pasión por el mundo”. Ellos son voz profética al “manifestar el primado de Dios, la pasión por el Evangelio practicado como forma de vida y anunciado a los pobres y a los últimos de la tierra” (Benedicto XVI). El padre pasionista Luis Marco recuerda que: “En la Pasión y muerte de nuestro Señor, contemplo el amor apasionado de un Dios que nos demuestra la locura de su amor, de su vida y salvación”. Los consagrados y consagradas presentes en la diócesis invitan a celebrar la Semana Santa al lado del Cristo Vivo, el Cristo que recorre nuestras calles entre aplausos, y se queda en el Sagrario; el Cristo roto y partido en la Cruz, que se parte en la Eucaristía para todos; el Cristo que rompe el silencio del dolor, con la esperanza y el grito del aleluya; el Cristo Resucitado que triunfa sobre la muerte.

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